Los cubanos están desesperados por la crisis en el país y los apagones que complican más el día a día.
"A Nancy, mi vecina, se le acabó hoy, sin darse cuenta, la 'balita' del gas licuado. Solo tiene para cocinar una vieja olla arrocera y otra multipropósito. Y es que, un poco antes de las 10:30 de la mañana, se fue la corriente", contó este miércoles el periodista José Luis Tan Estrada desde Camagüey.
"Su niño de nueve años está en la escuela, llega al mediodía a la casa. Tiene que prepararle algo de comer. A esa hora a inventar un pequeño fogón de leña, a buscar alcohol con qué encenderlo, porque el que le toca por la libreta de abastecimiento, nunca avisan cuando viene al punto de venta".
"Son las 12:41 p.m., nada de corriente, nada de almuerzo tampoco. Hace tres días que no hay pan en la panadería".
"'Mamá llegué, tengo hambre'. A comprar pizza, ¡120 pesos! ¡Un pan 360 pesos!"
"Mi hijo, hoy no va a la escuela por la tarde y mucho menos sin almorzar", gritaba Nancy, dispuesta a todo. Casi a las tres de la tarde, por fin, se encendieron los ventiladores. Luego de cuatro horas, calor, mosquitos y desespero.
"5:00 p.m., otra vez se fue la corriente. Algunos vecinos llegan del trabajo sorprendido y con cara de qué hago, cómo cocino. Y otros como Nancy, a inventar qué hacer. Escribo con tres por ciento de carga en el móvil. Son las 6:43 p.m., esperando aún por la corriente", concluyó.
Varios cubanos lamentaron los problemas en el país y denunciaron los apagones. "Yo estoy desde las tres de la tarde sin corriente, pero ayer fue la misma historia. Mi abuela la tengo con malestar, dolor en las articulaciones, dolor de cabeza, un posible dengue y lo más lindo del caso es que en la esquina de mi casa hay un vertedero hace meses que a nadie le importa. Esto ya pasó todas las barreras".
"Yo vivo en el centro de la ciudad y toda la tarde sin corriente hasta las siete de la noche. Hace media hora me la volvieron a quitar, el calor y los mosquitos haciendo de las suyas y mañana temprano hay que estar listos para recibir una visita en mi centro de trabajo. ¡Qué gente caballero, pero qué gente!", dijo un cubano.
"Esto no da más. Es vivir en un infierno. ¿Es que esas madres tienen más miedo que amor por los hijos? ¿Es que el miedo es mayor que el hambre? Dios proteja este país. Ya no existimos, vivimos muertos, somos un pueblo fantasma".
"La vida de la mujer cubana es un martirio, un estrés tras otro, una preocupación diferente cada día. La mujer cubana envejece muy rápido, se destruye espiritual y físicamente. La mujer cubana está muy lejos de todo aquello que se prometió en el 59 para la mujer cubana. La mujer cubana está tan lejos de tantas cosas".
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