Que unos cubanos se hagan virales por empujar una ambulancia, no es noticia.

Imágenes como esta son resultado de las carencias en la isla provocadas por un gobierno inepto que destina recursos al turismo en plena pandemia, sin garantizar ni siquiera la Salud del pueblo aunque se autoproclama “potencia médica”.

Sin embargo, que esas imágenes sean compartidas y alabadas como un acto de heroísmo, sí es una muestra del Síndrome de Estocolmo que sufre una parte de la sociedad cubana.

Una búsqueda sin mucho esfuerzo en Google te muestra como Síndrome de Estocolmo al trastorno psicológico temporal que aparece en la persona que ha sido secuestrada y que consiste en mostrarse comprensivo y benevolente con la conducta de los secuestradores e identificarse progresivamente con sus ideas, ya sea durante el secuestro o tras ser liberada.

En una parte del imaginario cubano, todavía se sigue viendo a un monstruo, un enemigo extranjero que es el causante de todos los males que se viven en la isla y al ciudadano le toca sobrevivir.

Pero a ¿qué cubano le toca sacrificarse? Ciertamente, no verás a Díaz-Canel empujando una ambulancia, porque el “compañero” viaja en un Mercedes, a pesar de que es el presunto líder de un país bloqueado y pobre.

Y usted día, es “un presidente”, y yo le comentaré y por qué el presidente no anda en un Lada, más a tono con “el espíritu revolucionario”.

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