En Cuba, los reclamos de libertad se atienden después del miércoles

Redacción de CubitaNOW ~ sábado 28 de noviembre de 2020

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¿Era esto? ¿De verdad? ¿Todas las horas, el impulso, la frustración, todo el hartazgo expresado durante un día entero frente al Ministerio de Cultura cubano, se resolvía apenas con algo así como una promesa de conversaciones a partir del miércoles de la semana que viene, y una tierna garantía de que al volver ahora a sus casas no sufrirían represalias?

Creo que hubo un lamentable malentendido por acá: si el aparato cubano hubiera sabido antes que apenas con esto disolvería la multitud de más de 400 almas juntas frente a una de sus instituciones (una escena terrorífica para cualquier dictadura), en lugar de emplear gases pimienta hubiera propiciado antes la reunión con los veinte o treinta que entraron al recinto oficial, y a otra cosa, mariposa.

No sé, al final no entendí. Se me quedó la cara de póker, o carita japonesa, diría Senel Paz. Y yo no estaba allí, yo llevo una década sin estar allí. Pero creo, hasta que alguien me eche en cara lo contrario, que también por cubanos como yo, por otros cientos de miles como yo desperdigados por medio planeta en busca de oxígeno y libertad, se hacía este reclamo desesperado, se había generado este movimiento que, me parecía a mí, gritaba de una puta vez que basta ya.

Pero todo apunta a que seré yo quien deba aprender una lección: informarme sobre qué pide una movilización humana. Porque si todo esto era, ¡diablos!, para pedir que “cese el hostigamiento contra el arte independiente”, según salió de varias bocas que negociaron con los funcionarios cubanos por tres horas, he hecho yo mismo el ridículo con mis expectativas tontas. Y alguien me pasó un documento falso con exigencias falsas que nunca llevarían los negociadores a aquella conversación con el poder. Alguien se burló de mí.

¿Tan poca prisa tenía la oficialidad cubana en responder las exigencias de cientos de jóvenes aglomerados a sus puertas, que no encontró nada que prometer para hoy, ni para mañana, ni para el día siguiente a mañana, ni para el inicio de la semana laboral, ni para el día siguiente al inicio de la semana laboral, y solo tuvo un huequito en la apretada agenda de trabajo para, vaya qué pena, a partir del próximo miércoles?

Pero más psicodélico aún: ¿tan poca prisa tenían los artistas por ser escuchados, que esta línea temporal que va desde ahora mismo hasta el miércoles próximo les pareció urgente y bien? Yo sigo muy confundido.

La dictadura cubana tiene mucho que enseñarle a cualquier negociador de rehenes secuestrados en el mundo. Ellos no te dan cita para hablar la cosa en sí dentro de una hora, o al amanecer, pongamos. Tú retira los chalecos bombas de los torsos de los rehenes, y dentro de cinco o seis días, ya si eso, ellos conversan contigo sobre lo que quieres a cambio.

La treintena de artistas, intelectuales y activistas que cruzaron la muralla de contención del Ministerio de Cultura en representación del mar de almas que clamaban afuera por libertades contantes y sonantes, salieron con las manos llenas de unos apuntes tan valiosos como los cristales de colores que ofrecían los conquistadores españoles a cambio de las pepitas de oro.

Los portavoces de la multitud entraron con exigencias directas que hablaban de libertad de expresión, libertad de asociación y de creación, derecho al disenso político, libertad para Luis Manuel Otero Alcántara y para Denis Solís, y salieron con un permiso para crear una página de Facebook donde comunicar sus inquietudes y esas cosas.

Este vodevil deja un sabor extraño. Es la verdad. Por lo que pudo ser y ya no será. No tener apenas ni la foto de un ministro o viceministro o vice/vice/sub/ministro siquiera parado frente a los manifestantes, diciendo con su propia garganta nerviosa la desfachatada oferta que lanzaban como bálsamo para calmar las furias, deja un sabor muy feo.

Se dejaron engañar. Se dejaron burlar por un aparato siniestramente engrasado que sabe que a veinte o treinta, a puñaditos de inconformes, se les puede aterrorizar de una forma que a cuatrocientos juntos no.

Ellos saben de hacer catarsis. Llevan la mitad de un siglo y una década y un año más sosteniendo el poder en sus puños, gracias a que saben liberar la presión sin que la olla tenga que explotar. Luego, al anochecer, encarcelan al cocinero. En silencio. Pero la presión ya se liberó.

La “serie de conversaciones” prometidas a unos jóvenes que a priori parecían exigir, directamente, que les dejaran ser anticomunistas o anticastristas en paz, son un calco pestilente de las conferencias con que acallaron en 2008 las protestas de artistas por el lavado de cara que comenzaba a hacérsele, desde la televisión nacional, al Quinquenio Gris. 

¿Tan rápido lo olvidaron estos artistas de hoy? Cuando en 2008 un par de reportajes televisivos “rescataron” los aportes de dos terroristas de la cultura cubana de los ´70 como Luis Pavón y Jorge Serguera, una avalancha de víctimas comenzó la llamada “guerrita de los emails” donde enviaban sus textos de denuncia contra aquella reescritura de la historia.

La solución fue fulminante y eficaz: conferencias en Casa de las Américas, oficiadas por el erudito Desiderio Navarro y su Revista Criterios. Un “ciclo de conversaciones” para que Arturo Arango, Mario Coyula, Eduardo Heras León, Ambrosio Fornet y un largo etcétera, hicieran sus debidas catarsis con orden y civismo. Hasta un libro se sacó. Aquí en mi librero lo tengo.

No sé si a falta del Desiderio original, otro Desiderio tome la batuta esta vez. Fernando Pérez suena como candidato. Jorge Perugorría creo que pugna también. Los mediadores, los permitidores de una catarsis ordenada y cívica que alivie un poco las tensiones, para que nada cambie al final.

Son las cuatro de la madrugada cuando termino de teclear todo esto. Yo no sé si los más de cuatrocientos hombres y mujeres de Cuba que hoy aterrorizaron al Ministerio de Cultura con su sed de libertad puedan dormir verdaderamente en paz.

No sé si sus conciencias les susurren que fueron engañados, que al final hubo vaselina y saliva y humo, hubo de todo menos Luis Manuel, San Isidro, y verdadera libertad. O si esas conciencias estén felices y en paz y digan valió la pena, mañana a descansar el triunfo en casa, sin aglomeraciones ni exigencias de más.

Yo solo sé que cuando un poderoso te dice que vayas a dormir tranquilo porque te promete no hacerte pagar por tu osadía de exigirle libertad, es el momento en que nunca deberías irte a dormir en paz.


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