Donald Trump no se dará por vencido y planea echar a andar un nuevo partido que haga contrapeso al bipartidismo tradicional. Los seguidores del presidente se cuentan por decenas de millones. Aunque fue derrotado por el voto popular y por los puntos electorales de los estados, Trump posee un capital político caracterizado por la fidelidad. 

En caso de generar una migración de republicanos al “Partido Patriótico”, como ya se autodenomina el protopartido, el Partido Republicano perderá fuerzas y en los próximos 4 años tendremos un Partido Demócrata con supremacía electoral. 

El trumpismo podría amenazar la solidez republicana en un futuro no muy lejano y dejaría al congreso a merced de complicados acuerdos de gobernabilidad. Aquellas ambiguas palabras de despedida de Trump de tener “la suprema confianza de que, para nuestro país y para nuestros hijos, lo mejor está todavía por llegar”, comienza a cobrar sentido en este momento. 

Trump contará con un fondo de 1500 millones de dólares para impulsar su formación y no le faltarán donantes dispuestos. Puede que no obtenga una mayoría nunca más, pero sus seguidores son una fuerza altamente motivada y dispuesta, como lo mostraron el 6 de enero. 

El “Patriot Party” será un espacio idóneo para ideologías amorfas y seguidores de teorías de conspiración. Contarán con los furibundos libertarios, que aunque nada tienen que ver ideológicamente con Trump, le apoyan y le ven como al más grande de ellos. Es probable que minorías supremacistas confluyan en el mismo espacio con conservadores más serios y coherentes. El futuro político de Trump comienza a tomar forma.

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