La denuncia de una madre sobre la inexistencia de dipirona para bajar la fiebre de su hija de 12 años diagnosticada con COVID, genera serios cuestionamientos sobre la responsabilidad del régimen para sostener al sistema de salud pública.

La situación en la familia de Heriette Valdés, es complicada. Además de la niña mayor tiene en similiar situación una de 6 años con una lesión en un pulmón. “Los médicos no saben ni que decirte, ya que la respuesta no está en sus manos y no tenemos una dipirona, nada para bajar la fiebre. Nos estamos muriendo por pilas en casa, lo que nos toca hablar cuando nos duele”, expresó en su publicación.

Valdés se dirigió a Díaz-Canel para recriminarle la grave condición del sistema de salud: “señor presidente, te digo que a mi hija no le pase nada; porque nos llenamos la boca de decir que Cuba es una potencia médica, de qué hablamos si nuestros propios médicos no tienen respuesta para sus pacientes”.

Sin embargo el régimen destinó millones de dólares para producir tres vacunas y de esta forma entrar el lucrativo mercado mundial de vacuna, pero es incapaz de mantener abastecidos los hospitales y farmacias con medicamentos básicos. Ni los dolores y reacciones de las vacunas se pueden tratar por los escasez de antipiréticos, antihistamínicos y analgésicos.

El régimen alega que el “recrudecimiento del bloqueo” es la causa principal del desabastecimiento general que vive la isla. Pero la realidad es que Cuba puede acceder de manera libre a los mercados de medicamentos de India y China, que de hecho son los proveedores del 80% de los medicamentos de Estados Unidos.

¿Cuál es el verdadero estado de los fondos públicos de Cuba que no pueden comprar ni dipirona? Tengamos en cuenta que una tonelada de este medicamento simple cuesta 9 mil USD en el mercado chino. En este valor se incluye todos los trámites aduaneros, transporte de la carga hasta el puerto de embarque y puesta dentro del barco. 

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