El ingeniero Lázaro Guerra Hernández, director técnico de la Unión Nacional Eléctrica (UNE), dijo esta semana que se espera para diciembre, la entrada en funcionamiento de la central eléctrica flotante llegada a Cuba recientemente.

El equipamiento llegó a la isla hace una semana, pero en un primer momento de trasladó hacia Mariel para sus operaciones de descarga, aunque se ha conocido que no se implementará allí, pues se realizará otro traslado con remolcadores, hasta la bahía de La Habana. Allí se emplazará cerca de la termoeléctrica de Tallapiedra, para instalarle una línea eléctrica directa a la subestación de Melones.

El proceso de puesta en marcha es más largo, para quienes se preguntan si de inmediato puede ponerse en funcionamiento. Tras llevar los componentes hasta la bahía habanera, habrá que asegurarla colocando enormes “bloques de hormigón en el lecho marino para fijarla al suelo”.

Aun así, Guerra Hernández ha afirmado que creen posible su funcionamiento en diciembre aportando 130 MW adicionales al sistema nacional.

Para el gobierno cubano, según explicó Lázaro Guerra, la utilización de centrales eléctricas flotantes, es una opción más económica y rápida que construir nuevas termoeléctricas u otros sistemas de generación en el país.

No obstante, el especialista aclaró que “la tecnología de centrales flotantes se utiliza, normalmente, en situaciones de crisis (pues) siempre se trata que la generación propia asuma la demanda”.

En este caso, el hecho de que estos equipos trabajen con fuel, significa un ahorro para el gobierno que ahora mismo utiliza motores diésel para cubrir la demanda en los horarios picos, una situación insostenible para un país en crisis económica.

Al momento en Cuba, se generan con estas plataformas flotantes, el 7 % de la electricidad total del país, algo que debe incrementarse hasta el 12 % con la nueva central, precisó el ingeniero, director técnico de la UNE.

Lo anterior a través de tres patatas instaladas en Mariel y ahora con la decisión de instalar una cuarta en La Habana, sobre los costos que implican la contratación de estos servicios (las centrales eléctricas en Cuba, son turcas), no explicó nada a la prensa.

En cuanto al daño que puedan causar al medio ambiente, solo añadió que la fuente de generación cumple con las normas ambientales en cuanto a posibles vibraciones, ruido y emisiones de gases.

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