El reciente incendio en una torre de refrigeración de la central nuclear de Zaporizhzhia, ubicada en el sur de Ucrania y controlada por fuerzas rusas, ha intensificado la ya tensa situación en torno a esta instalación estratégica. Según informes de ambos lados, el fuego fue provocado por un bombardeo en la ciudad de Energodar, pero las versiones sobre los responsables difieren significativamente.
Yevgeny Balitsky, gobernador de la región de Zaporizhzhia designado por Rusia, afirmó que el incendio fue resultado de un ataque ucraniano. Por su parte, el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, acusó directamente a las fuerzas rusas de iniciar el incendio en un intento de aumentar la presión sobre Ucrania y el mundo. "Mientras los terroristas rusos mantengan el control de la central nuclear, la situación no será ni podrá ser normal", declaró Zelensky en la red social X.
Ambos líderes coinciden en que, hasta el momento, no se han detectado cambios en los niveles de radiación alrededor de la planta, lo que alivia en parte los temores de un desastre nuclear inminente. Sin embargo, la preocupación sigue latente debido a la naturaleza volátil de la situación.
El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que ha mantenido inspectores en la planta de forma permanente, también ha expresado su preocupación. Según el OIEA, se observó una columna de humo saliendo de la zona norte de la central tras múltiples explosiones, lo que subraya la peligrosidad del contexto actual. Aunque no se ha informado de un impacto directo en la seguridad nuclear, el riesgo de un desastre persiste mientras continúen las hostilidades.
Desde la toma de la planta por las fuerzas rusas en los primeros días de la invasión en febrero de 2022, ambos países se han acusado mutuamente de realizar ataques peligrosos en las instalaciones nucleares. Estas acusaciones reflejan la profundidad de la crisis y la falta de una solución diplomática que ponga fin al conflicto en la región.
La comunidad internacional ha reaccionado con creciente preocupación. En julio, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución exigiendo que Rusia retire su personal militar y devuelva el control de la planta a Ucrania. Aunque la resolución fue aprobada por 99 votos a favor, la división internacional quedó en evidencia con 60 abstenciones y 9 votos en contra.
El embajador ucraniano ante la ONU, Sergiy Kyslytsya, pidió a la comunidad internacional que apoye la resolución para evitar un desastre nuclear. Mientras tanto, Rusia ha rechazado las acusaciones y calificó la resolución como parte de una "narrativa occidental falsa".
El control de la central nuclear de Zaporizhzhia sigue siendo un punto crítico en el conflicto entre Ucrania y Rusia, y la comunidad internacional observa con inquietud la evolución de los acontecimientos.
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