La reciente incautación del petrolero venezolano Skipper por parte de Estados Unidos ha elevado la tensión geopolítica en el Caribe a niveles inéditos. El buque, con 20 años de antigüedad y 333 metros de eslora, fue interceptado frente a las costas venezolanas en una operación que involucró helicópteros, marines y fuerzas de operaciones especiales del portaaviones USS Gerald R. Ford.
Las autoridades estadounidenses justificaron la acción señalando que el Skipper estaba sancionado por su participación en redes de transporte de petróleo vinculadas con organizaciones terroristas internacionales.
La reacción de Venezuela no se hizo esperar. El gobierno de Nicolás Maduro calificó la incautación como un “robo descarado y acto de piratería internacional”, denunciando que los motivos declarados por Washington, como la lucha contra el narcotráfico o la promoción de la democracia, esconden un verdadero objetivo: apropiarse de los recursos energéticos venezolanos. Maduro aseguró que su país apelará la medida ante todos los organismos internacionales pertinentes y advirtió que Venezuela está preparada para “romper los dientes del imperio norteamericano si es necesario”.
En este contexto, el presidente ruso Vladimir Putin se comunicó con Maduro en la primera conversación oficial entre ambos líderes desde que se intensificaron las tensiones con Washington.
Según el Kremlin, Putin expresó su solidaridad con Venezuela y reafirmó el respaldo de Rusia a la defensa de su soberanía, así como el compromiso con proyectos conjuntos en sectores comerciales, energéticos, financieros y culturales. El canciller venezolano Yván Gil destacó que los canales de comunicación con Moscú permanecen abiertos y que Rusia continuará apoyando al país sudamericano.
La operación estadounidense, denominada “Lanza del Sur”, forma parte de una campaña militar sin precedentes en el Caribe, que incluye el despliegue de portaaviones, aviones de combate y miles de efectivos en la región. Según fuentes oficiales, se han destruido varias embarcaciones vinculadas al narcotráfico, con un saldo de decenas de fallecidos, lo que ha generado debate político dentro de Estados Unidos sobre la legalidad y los verdaderos objetivos de estas acciones.
La incautación del Skipper marca un punto crítico en la confrontación entre Caracas y Washington, con implicaciones que trascienden el Caribe y redefinen las relaciones entre Estados Unidos, Rusia y sus aliados.
Mientras tanto, Cuba también condenó la medida, advirtiendo que esta acción afecta directamente su abastecimiento energético, en un contexto de creciente déficit eléctrico en la Isla.
Los comentarios de la ocupación del barcioasí como del diálogo Putin-Maduro ni se hicieron esperar y así Angel Trujillo Saroza señaló que, aunque existe apoyo internacional, el robo del barco y su carga evidencia la vulnerabilidad de Venezuela y sugirió que los próximos envíos deberán salir escoltados por la marina y la aviación del país para evitar pérdidas similares.
Jose Valdés resaltó que, pese a la solidaridad mostrada, la situación venezolana se ve limitada por la guerra en Ucrania y sus implicaciones económicas, indicando con un toque de humor la complejidad del escenario.
Otros usuarios, como Orlando Morejón, se limitaron a expresar satisfacción y aprobación, reflejando un sentimiento general de apoyo frente a las tensiones internacionales, aunque consciente de los obstáculos que enfrenta el gobierno de Maduro para proteger sus recursos estratégicos.
Fuente: On Cuba
Tensión en La Habana tras la incautación de un petrolero venezolano con destino a Cuba
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