El padre Alberto Reyes, una de las voces más firmes y valientes dentro de la Iglesia católica en Cuba, ha vuelto a sacudir la conciencia nacional con una reflexión que estremece a quienes la leen.
No es la primera vez que el sacerdote camagëyano se alza contra la dictadura cubana, un sistema que él mismo describe como despiadado, desgastado y profundamente indiferente al sufrimiento humano. Su pensamiento, articulado desde una mezcla de fe, experiencia vital y responsabilidad moral, encuentra eco en miles de cubanos dentro y fuera del país.
Reyes sostiene que el tiempo, lejos de suavizar los errores de un régimen que prometió justicia social, ha sido un implacable revelador. Ha mostrado lo que muchos durante décadas se negaron a ver o no estaban listos para aceptar: que la llamada “Revolución” no era un proyecto para elevar la dignidad del pueblo, sino para consolidar el poder absoluto en manos de unos pocos.
Su reflexión subraya que, si Fidel Castro hubiera muerto joven, tal vez se habría convertido en un símbolo idealizado. Pero la historia no le dio ese privilegio. El tiempo lo expuso como lo que fue: un gobernante autoritario cuya obra dejó una nación devastada económica, espiritual y moralmente.
"Fidel tuvo todo el tiempo del mundo para demostrar que tenía alma de dictador y que su proyecto sólo lograría destruir hasta los cimientos a su propio país, desde su economía hasta su alma.
"Fue diferente con el Ché Guevara, que tuvo la suerte de morir joven, y aunque basta un mínimo de lectura de sus propios escritos para entender que era un psicópata de libro, el hecho de que no haya tenido tiempo de demostrarlo un poco más lo convirtió en un mito, a tal punto que lo enarbolan como bandera incluso aquellos a los que el Ché hubiese mandado a campos de concentración si estuviese vivo.
"En los años 80 la libertad era un espejismo, teníamos mucho más miedo que ahora, disentir tenía muchas más consecuencias que ahora, pero había comida, había electricidad, la inflación no era un problema… y las plazas se llenaban a reventar, y muchos ciudadanos de a pie defendían a muerte esta ´Revolución´, y se prestaban gustosos a los actos de repudio. Eran los años en los que no nos importaba que nuestros hijos gritaran a pleno pulmón: ´¡Pioneros por el comunismo…!´, eran los años en los que exportar el modelo de la Revolución cubana era un orgullo. ¡Pero no hay mejor filtro que el tiempo!
Los comentarios que el texto provocó refuerzan la herida profunda que atraviesa la sociedad cubana. Muchos creyentes agradecen que el padre Alberto siga siendo un faro en medio de la oscuridad, recordando que la fe puede sostener incluso cuando la realidad parece haberse vuelto insoportable. Otros, desde la experiencia personal, describen cómo la mentira del sistema se mantuvo durante años gracias al miedo, la propaganda y la censura. Hubo quien recordó que el propio Che Guevara, convertido en ícono mundial por su muerte temprana, habría sido desenmascarado también como un ejecutor implacable si hubiera tenido más tiempo bajo el foco público.
Varios comentarios evocan el sufrimiento cotidiano: la escasez, los apagones, la inflación, la persecución política, la diáspora masiva, el desconsuelo de las familias divididas. Pero también aparece una idea poderosa: “Dios tiene un plan para Cuba”, una esperanza que muchos repiten, no como un cliché, sino como un impulso para no perder la fuerza ante la adversidad. Otros creyentes comparan la prueba cubana con la historia de Job: una nación llevada al límite, pero no abandonada.
Entre los participantes en el debate hay quienes han vivido afuera por años y quienes resisten desde dentro. Pero todos coinciden en algo que Reyes ha expresado con claridad: el pueblo cubano ha sido testigo de demasiadas décadas de abuso, represión y miseria para permitir que un proyecto marxista vuelva a levantarse en el futuro. Si algo ha dejado esta larga noche, dice él, es la certeza de un “nunca más”.
El padre Alberto Reyes no sólo denuncia; también acompaña, consuela y encarna el valor cívico que muchos desean ver multiplicado en la Isla. Su voz, firme y honesta, continúa siendo una de las pocas que aún puede decir, sin miedo: ¡Cuba merece libertad y la tendrá!
Médicos en Miami exigen suspender vuelos a Cuba ante grave crisis sanitaria en la isla
Hace 19 horas
Denuncian condiciones infrahumanas y abandono total en hogar de ancianos de Cienfuegos
Hace 21 horas