La Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) reportó que la inflación interanual en Cuba cerró 2024 en un 24,88 %, la tasa más baja en años. A primera vista, este dato parece una señal positiva, pero oculta la gravedad de la crisis económica que enfrenta el país, una situación provocada por la ineficiencia del régimen socialista para satisfacer las necesidades básicas de la población.
Este tipo de cifras, que intentan proyectar una mejora, son constantemente divulgadas por medios oficiales como Cubadebate, un sitio web afín al régimen que utiliza todos sus recursos para manipular la opinión pública nacional y pintar un panorama distorsionado de la economía cubana. A través de estos medios, el gobierno intenta hacerle creer a la población que la situación está bajo control, cuando en realidad la mayoría de los cubanos está experimentando la cruda realidad de un sistema económico fallido que no logra cubrir las necesidades básicas.
A pesar de los intentos del gobierno por presentar un panorama de mejora económica, las cifras oficiales no reflejan el sufrimiento de millones de cubanos. Desde 2020, la inflación ha ido en aumento, alcanzando un dramático 77 % en 2021. Aunque la tasa ha disminuido en los últimos tres años (39,07 % en 2022 y 31,34 % en 2023), el costo de vida sigue fuera del alcance de muchas familias cubanas.
Orlando expresó con claridad lo que muchos sienten: "Un dato que solo los economistas entienden, muy duro creernos que la inflación está en desaceleración cuando vemos que cada día nuestro salario pierde su poder adquisitivo". Aunque la tasa de inflación no haya subido exponencialmente, los precios de bienes y servicios siguen aumentando, mientras los salarios no alcanzan para cubrir las necesidades más básicas.
Los datos oficiales del régimen intentan dar una sensación de control, pero la inflación real es mucho más alta debido al mercado negro, al que muchas personas deben recurrir para conseguir productos esenciales. Este mercado, más dinámico y surtido que el mercado regulado, no se refleja en las estadísticas oficiales, lo que distorsiona la realidad económica.
Los alimentos han sido uno de los sectores más afectados, con un aumento interanual de un 28,15 %. Este incremento golpea directamente la capacidad de consumo de las familias cubanas, muchas de las cuales viven por debajo del umbral de pobreza. Además, los precios de bebidas alcohólicas y tabaco (67,24 %), restaurantes y hoteles (29,04 %) y transporte (24,58 %) también han aumentado significativamente, afectando no solo a los más pobres, sino también a la clase media.
Algunos como Stein intentan explicar que "la inflación se ha desacelerado, lo que significa que está creciendo más lentamente que antes, no que los precios estén bajando". Si bien esto es cierto, no resuelve el problema subyacente: los precios siguen subiendo y el poder adquisitivo de los cubanos sigue disminuyendo.
Sectores esenciales como salud (0,85 %) y comunicaciones (0,67 %) han visto incrementos marginales, lo que evidencia la falta de inversión y la ineficiencia del sistema en áreas cruciales para el bienestar de la población. La escasez de productos básicos como alimentos, medicinas y combustible sigue siendo una constante. A pesar de los intentos de imponer topes de precios, muchos de estos nunca se cumplen y la situación sigue empeorando.
El ministro de Economía y Planificación, Joaquín Alonso Vázquez, ha culpado a factores externos como la "guerra económica" y los "eventos naturales" por la crisis. Sin embargo, esta narrativa ignora la ineficacia del régimen para gestionar la economía y implementar políticas eficaces. La falta de ingresos en divisas, el endeudamiento y las restricciones financieras son problemas arrastrados desde hace años que hoy afectan más gravemente a la población cubana. En lugar de asumir responsabilidades y tomar medidas reales, el gobierno prefiere culpar a factores externos, mientras los cubanos siguen pagando el precio de un sistema económico fallido.
Como bien comentó Pepe, "La inflación sigue creciendo, tal vez a un ritmo inferior al año anterior, pero no ha bajado nada, pero el titular suena bien". Aunque el ritmo de inflación pueda haber disminuido, sigue afectando a los cubanos en su vida diaria.
El índice de precios al consumo (IPC) utilizado por el gobierno se basa en datos de 2010, lo que plantea dudas sobre su relevancia en el contexto actual. Este desfase entre los datos oficiales y la realidad de los hogares cubanos refuerza la sensación de que las estadísticas están manipuladas para ocultar la verdadera magnitud de la crisis.
El régimen cubano sigue sin ofrecer soluciones estructurales a la crisis. Las reformas económicas son necesarias, pero la falta de voluntad política y la dependencia del control estatal impiden cualquier avance real. Mientras tanto, el pueblo cubano sigue sufriendo las consecuencias de una economía tambaleante.
Como uno de los comentarios destacó, "Es que llega un momento en que no puede subir más, no porque se tomen medidas ni se impongan multas, sino porque económicamente no da más. Y cuando llegas a ese punto, la economía se estabiliza, y todos se acostumbran a los nuevos precios. Hasta que venga la próxima crisis..." La situación económica de Cuba está lejos de resolverse, y el régimen sigue sin ofrecer soluciones efectivas para salir de este ciclo de crisis.
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