El panorama político en Siria ha cambiado drásticamente tras el derrocamiento del presidente Bashar al-Assad, con la designación de Mohammed al-Bashir como primer ministro interino. Respaldado por las fuerzas rebeldes que tomaron el control del país, Al-Bashir liderará un gobierno de transición hasta el próximo 1 de marzo.
En un mensaje televisado, Al-Bashir declaró que su administración trabajará para unificar las estructuras gubernamentales previas bajo su mando. Su gabinete incluye miembros del extinto gobierno del régimen y figuras clave del grupo rebelde Hayat Tahrir al-Sham (HTS), marcando un intento de consolidar el poder en esta nueva etapa.
La vida cotidiana en Damasco comienza a retomar su curso tras días de incertidumbre. Los bancos y comercios han reabierto, y el tráfico y las labores de limpieza vuelven a las calles. Sin embargo, la estabilidad aún pende de un hilo.
Las fuerzas de HTS han asumido el control de la seguridad en las ciudades principales, desplazando a las tropas armadas de las calles, mientras Israel intensifica sus ataques aéreos contra antiguas bases del ejército sirio. Estos ataques, descritos como los más contundentes hasta ahora, han destruido infraestructura militar clave, complicando aún más el escenario para el nuevo gobierno interino.
Israel ha expandido su presencia militar en territorio sirio, avanzando más allá de la zona desmilitarizada establecida tras la guerra de 1973. Según fuentes de seguridad, las tropas israelíes han llegado a las cercanías del aeropuerto de Damasco, mientras que su ministro de Defensa, Israel Katz, afirmó que buscan establecer una "zona defensiva estéril" para proteger sus fronteras.
Aunque Israel insiste en que su intervención es temporal y no tiene interés en el conflicto interno sirio, sus incursiones y bombardeos han generado condenas de países como Turquía, Egipto, Qatar y Arabia Saudita.
Al-Bashir, de formación en ingeniería eléctrica y con estudios en sharia y derecho, es una figura de bajo perfil político fuera de Idlib, la región del noroeste de Siria que los rebeldes controlaron durante gran parte del conflicto. Su liderazgo interino plantea interrogantes sobre su capacidad para mantener la unidad en un país devastado por más de una década de guerra civil.
Por su parte, el enviado de la ONU a Siria, Geir Pedersen, expresó cautela al referirse a HTS como una organización terrorista, destacando los recientes esfuerzos del grupo por proyectar un mensaje de unidad e inclusión.
La huida de Assad marcó el fin de más de cinco décadas de dominio de su familia, pero la transición no está exenta de desafíos. Las tensiones con Israel, las divisiones internas entre facciones rebeldes y la devastación económica y social dejan a Siria en un estado crítico.
A medida que se desarrollan los acontecimientos, la comunidad internacional observa con atención cómo el gobierno interino aborda la reconstrucción del país y la consolidación de su autoridad frente a las complejidades de la política regional.
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