El Ministerio de Salud Pública (MINSAP) informó el viernes que la tasa de incidencia de casos sospechosos de dengue alcanzó el 12,5 %, por encima del día anterior. En el mismo reporte, el sistema sanitario registró 1.417 nuevos casos de chikungunya, de los cuales 38 fueron confirmados.
En un programa de la televisión estatal, la viceministra Carilda Peña García afirmó que ha disminuido la cantidad de pacientes graves y críticos en terapia intensiva. Sin embargo, el parte oficial reconoció tres muertes adicionales por arbovirosis —una por dengue y dos por chikungunya—, lo que elevó a 47 el total nacional de fallecimientos asociados a estas enfermedades.
"La mayoría de los fallecidos son niños, menores de 18 años", apuntó Peña García.
Aunque las autoridades sostienen que la situación se mantiene bajo control, en la población crece la desconfianza sobre la transparencia y el alcance real de los datos. En redes sociales y espacios informativos alternativos, no pocos usuarios cuestionan que los números oficiales reflejen lo que ocurre en barrios y hospitales.
"47 muertes acumuladas... creo que le faltaron los dos últimos 00: 4700. Lo que a todos le ponen otras causas de muerte", escribió desde Holguín Jorge Céspedes.
La falta de información desagregada por provincias y la percepción de poca visibilidad mediática sobre centros asistenciales con alta demanda alimentan esas sospechas. También se repite una preocupación: aun cuando bajen los casos más graves, las secuelas siguen afectando a quienes se enferman.
"Informan, y??? Sigue en aumento, menos muertes, menos graves y los vivos quedamos incapacitados ni se sabe hasta cuándo", comentó Jasyes Azna.
Especialistas advierten que la coincidencia de brotes de dengue y chikungunya, sumada a las limitaciones del sistema sanitario, podría tensar aún más el panorama si no se refuerzan medidas de control y una comunicación pública más clara. En los intercambios en redes, también aparecen señalamientos sobre condiciones ambientales que favorecen la proliferación de mosquitos.
La habanera Mari García resumió esa sensación con una frase directa: "Cuba entera tiene el virus y las secuelas son fuertes". Desde Camagüey, Roselita De Cupey apuntó a las causas que, a su juicio, empujan los contagios: "Imagínate que, mientras sigan los basureros y la pudrición que hay, jamás acabamos, y lo poco que fumigan lo que hace es traer más mosquitos".
En ese mismo debate público, se recordó una intervención televisiva reciente de la Dra Sonia Resik Aguirre, jefa del Departamento de Virología del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK), quien defendió la veracidad de los reportes oficiales: "No vamos a engañar a nadie. No vamos a decir una mentira. Cuando la COVID dijimos la verdad", dijo. También afirmó: "el chikungunya no se ha recombinado con nadie; no se mezclan virus respiratorios con arbovirus".
Pero esa defensa no convenció a todos. El cubano Benito Vivero cuestionó sus palabras: "Con mucho respeto, doctora. Usted se rige por un actual de política y tiene que decir obligada lo que quieren que sepamos... usted no dice verdad. Cuando la COVID morían, según ustedes, 20, y en la realidad eran 100. Usted tiene que venderle al mundo que la medicina cubana y sus medicos son lo mejor del mundo".
El panorama se complica, además, porque el propio Gobierno ha reconocido circulación simultánea de virus respiratorios, como influenza A (H1N1) pandémica, virus sincitial respiratorio y la COVID-19, con una positividad descrita como baja pero estable. Esa información se divulgó a inicios de diciembre tras un encuentro entre Miguel Díaz-Canel y especialistas del MINSAP, quienes alertaron sobre un posible incremento de diagnósticos en las próximas semanas.
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