El desabastecimiento de cigarrillos en Cuba, que pone a miles de cubanos en la cola del mercado informal, tiene explicaciones oficiales: falta de materias primas, fenómenos naturales y el siempre presente argumento de la crisis económica. Sin embargo, detrás de este desorden se encuentra la ineficiencia estructural del sistema socialista cubano, que no es capaz de satisfacer las demandas mínimas de consumo básico, como es el caso de los cigarrillos.
La producción disminuyó notablemente el año pasado, lo que no solo causó el desabastecimiento en las redes de comercio estatal, sino también un aumento vertiginoso de los precios en el mercado negro. Hoy, una cajetilla de 20 cigarrillos puede costar entre 450 y 1000 pesos, dependiendo de la marca, lo que evidencia el caos en el suministro y el desajuste entre la oferta y la demanda.
En la isla operan cinco empresas productoras de cigarrillos, de las cuales cuatro son estatales y una, BrasCuba, es mixta. Según declaraciones de José Miguel Barzaga Maceo, director de BrasCuba, aun periodista de la televisión oficialista, en 2024 el plan nacional contemplaba una producción de 830 millones de cajetillas, pero apenas se alcanzó el 74% de la meta. El objetivo era cubrir una demanda interna de 400 millones de cajetillas, de los cuales BrasCuba aportaría 120 millones, distribuidos principalmente en la capital, Artemisa y Mayabeque.
Sin embargo, a pesar de las explicaciones oficiales sobre la falta de materias primas (excepto tabaco), los problemas en la producción de cigarrillos de BrasCuba no son solo consecuencia de la escasez de recursos, sino de la total falta de capacidad organizativa para manejar la crisis. A partir de marzo, la llegada de las materias primas se estabilizó, permitiendo que se produjeran 325 millones de cajetillas, un ajuste sobre el plan original de 410 millones. Pero la ineficiencia del sistema quedó nuevamente a la vista cuando, en noviembre, el huracán Rafael paralizó completamente la fábrica debido a los daños en el techo de la instalación. Las máquinas se inundaron y el taller se vio seriamente afectado.
Sindy Treto, sindicalista de BrasCuba, relató que, al llegar a la fábrica después del ciclón, la imagen era desoladora: "Ver una fábrica con tecnología de última generación y encontrarla destruida fue realmente triste". Dos meses de intensas jornadas de recuperación no han sido suficientes para restablecer la normalidad. "Los mecánicos han trabajado a oscuras, secando el taller, evitando la humedad, buscando ventilación para los componentes electrónicos", agregó Treto, dejando claro que la situación va más allá de una simple falta de recursos; la verdadera crisis radica en la incapacidad de las autoridades para prever y manejar tales eventualidades.
Hoy, tras todo este caos, tres módulos de producción están operando, aunque la distribución de cigarrillos sigue siendo incierta. Además, BrasCuba, al ser una empresa mixta, recibe financiamiento en divisas para cubrir la producción, aunque se pague en moneda nacional. Esta contradicción refleja de nuevo los graves problemas estructurales que enfrenta el sistema socialista cubano.
A pesar de los esfuerzos de los trabajadores y las justificaciones oficiales, la realidad es que los cubanos siguen enfrentando un déficit de productos básicos, como los cigarrillos, en un contexto de creciente ineficiencia económica. Mientras tanto, las otras cuatro fábricas productoras de cigarrillos en Cuba también enfrentan sus propios retos, los cuales se tratarán en futuros reportes.