El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, anunció esta semana su intención de cerrar la frontera con México el primer día de su nuevo mandato, el 20 de enero de 2025. Esta medida, según su asesor Jason Miller, forma parte de su estrategia para detener la migración irregular, una prioridad en su agenda de gobierno.
Sin embargo, la viabilidad de esta drástica decisión despierta dudas en el ámbito político y a la vez mantiene en alerta a miles de migrantes que avanzan desesperadamente hacia la frontera. La promesa de Trump no es nueva. Durante su campaña enfatizó que su administración no tolerará la entrada ilegal y que tomará medidas drásticas. Hasta ahora no se han dado detalles específicos sobre cómo lograría este cierre ni el alcance real de la medida.
Expertos en migración y seguridad fronteriza advierten que cerrar completamente la frontera, incluso en términos legales, podría violar acuerdos internacionales, afectar el comercio bilateral e implicar un costo logístico y político significativo para Estados Unidos. Mientras tanto, una caravana de migrantes, integrada por personas de unas 10 nacionalidades, apresura su avance hacia la frontera. La mayoría de ellos están convencidos de que: "regresar no es una opción".
En este escenario, surgen muchas preguntas que mantienen en alerta a los inmigrantes que esperan entrar al país y a los que están en territorio estadounidense pero su permanencia peligra por no tener en orden su estatus legal ¿Podrá el presidente electo cumplir con esta promesa radical o será una estrategia política que quedará en palabras?
El tiempo dirá si Trump está dispuesto a enfrentar las repercusiones de una medida de este calibre, que podría poner a prueba la relación con México y con otros países de América Latina.
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