La violencia de pandillas en Haití ha alcanzado un nuevo nivel de brutalidad con la masacre de al menos 180 personas, en su mayoría ancianos, en Puerto Príncipe. Según informes de la Red Nacional de Defensa de los Derechos Humanos (RNDDH), estos crímenes fueron ordenados por Monel "Mikano" Félix, líder de una poderosa banda, en represalia por la enfermedad y muerte de su hijo, que atribuyó a prácticas de "brujería" realizadas por las víctimas.
La tragedia ocurrió en el barrio de Muelle Jérémie, un enclave estratégico de la capital haitiana controlado por Félix. Los pandilleros secuestraron a decenas de residentes mayores de 60 años, los acorralaron y los asesinaron brutalmente con armas blancas y de fuego. Testigos relatan que varios jóvenes también fueron asesinados al intentar defender a los ancianos.
Según RNDDH, Félix consultó a un sacerdote vudú que culpó a los ancianos de su comunidad por la enfermedad de su hijo. Este señalamiento desató una ola de violencia que se prolongó durante varios días. La ONU eleva la cifra de muertos a 184, convirtiendo este episodio en el más mortífero del año en Haití.
Los cuerpos mutilados de las víctimas fueron quemados en las calles, lo que evidencia el nivel de crueldad de los atacantes. Este hecho recuerda otras masacres recientes, como la de Pont-Sondé, donde 115 personas fueron asesinadas en represalia por resistir la extorsión de otra banda.
La violencia de pandillas en Haití ha escalado desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021. Actualmente, estas organizaciones controlan alrededor del 85% de Puerto Príncipe y están expandiendo su influencia hacia el interior del país. Según Naciones Unidas, más de 5,000 personas han sido asesinadas por la violencia de pandillas este año, mientras que más de 700,000 haitianos, la mitad de ellos niños, han sido desplazados.
Mikano, señalado como responsable de la reciente masacre, forma parte de la alianza criminal Viv Ansanm, que domina gran parte de la capital. Su base en Muelle Jérémie ha sido descrita como un territorio prácticamente impenetrable para las fuerzas de seguridad, lo que dificulta cualquier intervención efectiva.
El alto comisionado de derechos humanos de la ONU, Volker Türk, condenó los ataques y exigió medidas urgentes para proteger a la población haitiana. Sin embargo, el gobierno haitiano, debilitado y sin control efectivo sobre gran parte del país, enfrenta enormes desafíos para restaurar el orden.
Mientras tanto, la comunidad internacional enfrenta el dilema de cómo intervenir en un contexto de creciente crisis humanitaria y violencia descontrolada. Haití, sumido en un colapso estatal, se encuentra en una situación crítica que exige respuestas inmediatas para evitar más tragedias.
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